Roberto Olivan es el director de R.O.P.A. (Roberto Olivan Performing Arts), cía de artes escénicas que nace en Bruselas el año 2001 y que actualmente tiene su sede en L'OBRADOR, espacio de creación en Deltebre.
Será la capital belga el punto clave en la consolidación de su trayectoria artística. Dando sus primeros pasos como bailarín trabajando en la prestigiosa cía Rosas, dirigida por Anne Teresa de Keersmaeket. Tambié ha bailado bajo la dirección de los reconocidos creadores Robert Wilson, Tom Jansen y Josse de Pauw.
El vaivén de Olivan por el mundo ha marcado claramente su forma de interpretarlo. La contemplación y el estudio del movimiento le han llevado a plantear un universo mucho más íntimo a partir de obras de calidad. Olivan es un creador abierto y cuestionador, que busca constantemente distinguir entre lo ya establecido y lo insurrecto. Amante de los riesgos, crea continuos reencuentros entre los signos viejos asumidos y el surgimiento de una nueva lógica usada como mecanismo para transgredir los límites.
En GOLD Olivan hace confluir sobre la escena a bailarines con perfiles muy diversos conformando una paleta de colores que responden a un reflejo de la pluralidad social: una bailarina de raíces gitanas, un bailarín con acondroplastia, una intérpretes con toda la fuerza de su juventud y las consecuentes fragilidades confrontadas propias de su generación y él mismo, con todo su bagaje, trayectoria y edad. Una cuidadosa selección de intérpretes que exponen particularidades genuinas de sus perspectivas tan personales.
Desde un presente en el que el ser humano puede llegar a desorientarse por el brillo que desprenden las apariencias, GOLD invita a la convivencia, la tolerancia, la diversidad y la aceptación de uno mismo. Se trata de un espacio en el cual el individuo, a pesar de su vulnerabilidad, confronta los retos y los obstáculos de la vida, porque la belleza también forma parte de la fragilidad. De hecho, la verdadera belleza podría no estar en la superficialidad de algunos de los modelos que hoy mitificamos y que pueden confundir nuestra admiración, sino en los que a menudo pasan desapercibidos o ignoramos. La verdadera luz, que no nos ciega sino que enriquece, habita en lo desigual, en la autenticidad. Por todo ello, en GOLD, la acción de los intérpretes se embarca en una reflexión sobre el dualismo entre profundidad y superficialidad, y habla del carácter propio y genuino que a veces intentamos camuflar y evitamos exponer.